Enrique Vazquez Oria

Dichoso de Contarlo…

Mis pacientes son samuráis que luchan contra lo que no se ve, esa sensación amarga de verse perdido. Son los héroes de mi mundo, pues decidieron dar el primer paso de un camino a veces difícil, caer para seguir, convencidos de su rumbo. Se reinventan a cada segundo, sin mirar atrás, bebidos en coraje, perdonando, insistiendo, regalando al universo ejemplos de que todo es posible. Sometiendo los miedos sin descanso, buscando horizontes, abrazando el pasado, pero siendo presente. Logran entender que la verdadera guerra es contra uno mismo, que los más bellos versos los dibujan quienes se retan. Que no existe desafío improbable.

Mis samuráis son testigos de su suerte, permanecen observándose, se enamoran, sienten, se tropiezan para levantarse. Eligen elegirse, deciden desvivirse, colorean el alma de los que rodean, agradecen, estiman, acarician las excepciones. Entienden que equivocarse es aprender, que creer es sospechoso, que crear es la manera, que vivir no es quimera y perder es no intentarlo.

Tengo pacientes impacientes por conocerse, que desesperan por esperarse, que iluminan mi orgullo, que provocan mi humilde arte, que dan sentido a las letras, a los días en vela ante un libro, las horas pensando en ellos, a mi camino, a la vereda de mis instantes. Mis samuráis son el momento, porque saben que eso es ser eternos, nunca terminan, siempre empiezan, se arriesgan, resisten, hacen nacer lo inesperado.

No saben de excusas, ni de rutinas, tampoco de acostumbrarse, que es morir, ni de olvidarse del pasado. Conocen las tinieblas, las tormentas indigestas, la soledad, los temores más ruinosos del alma, pero también reconocen la luz, la bondad, la generosidad de quien confía en sus segundas oportunidades. Son guías de los que dudan, capitanes de un velero ávido de experiencias, de respirarse el mar de la vida. Son dueños de sus almas, de sus pasos, poetas de lo sensible, dioses de lo divinamente humano. Que quieren que les diga, son titanes, y yo, gracias al destino, dichoso de poder contarlo…