Daría una vida por que conociérais a Lucía y su familia, su buen hacer con el peregrino, a Agustín y su morriña, la fuerza de Josemi, a Alba y su sonrisa, a Jesús y su gesto responsable, a los suecos y su maravillosa posada, a Juan Carlos, a las gemelas y a mil corazones más que atrás dejé. No sé pintar el mundo que llevo visto, la lluvia sobre mi cara, el Sol quemando mi cuello, las caras, los mensajes, la emoción de mi madre, el orgullo de mi padre, la voz de mi hermana, las palabras de mi hermano, el cariño de Paloma, las frases de Claudio, de Virginia, de mi Tía Inma, de Reme, de Juan, de May y de mi gente, las entradas que marcharon sin dejar rastro, los instantes escribiendo gratitud…
Hoy sólo puedo contaros lo que sabeis, que llegué a Carmona entre gotas de sudor, creyéndome invencible porque cada segundo es uno menos hacia mi destino final. Paloma vino a salvarme cuando más negro lo veía, fiel escudera que vela por mis días, mi pecado favorito, la excepción que encontré al volver de una esquina y le prometí mi alma, construyendo entre los dos la mejor de mis aventuras, la nuestra…
Me queda deciros, en esta calurosa tarde, que cuento mis pasos como los vuestros, midiendo cada pisada procurando no caer en desvaríos. Más que nunca os siento cerca, a horas de entrar en Sevilla, donde el río descansa para enfilar rumbo sur y morir a orillas del Atlántico, como mi mágica travesía, que es de todos.
Un relato más que acaba y sigo sin lograrlo, por más que quiera, y es que explicar tanto, en tan poco, parece imposible, a la vez que humano. Un abrazo…
Fotos y videos de hoy pinchando abajo…
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