Enrique Vazquez Oria

Carnavales en mi pueblo…

Ya se viene Don Carnal. Por las Cuatro Esquinas lo he visto, entre amigos, con nariz de payaso, ensayando carcajadas en buena compañía. En el ayuntamiento lo he saludado, tiznándome de colorete la cara, jugando a sonreir a ritmo de chascarrillo. Ha venido a dedicarme un pasodoble en la Plaza Vieja, con la lágrima saltada, cantinelas de otro tiempo que ya nadie recuerda. En la calle me ha rozado mientras me dejaba ser testigo de su destreza en lo espontáneo. Ha hecho suya la tradición carnavalera, con su mundo por montera, disfrutando de cada instante como el último, dejando de lado agobios y complejos. Me ha susurrado versos gaditanos, poniendo el alma, con el vello erizado y el pecho descubierto. Ha gritado poniente en las Angustias, sin temor a vergüenzas, con la mirada perdida, respirando chirigotas y comparsas, agarrado fuerte a la magia de la copla. Ha bailado en las aceras, soñando despierto, sin medida, con esmero, con arte y entereza, honrando ejemplos de existencia, de los que faltan y los que están por llegar, que son muchos y buenos, y el lo sabe, desde luego que lo sabe. Y lo he visto llorando en su puerta, desconsolado, por otro Carnaval que llega para marcharse, trasnochado de sensaciones y verdades, borracho de amor por su gente. Y muy quieto queda, esperando a volver disfrazarse, orgulloso de su tierra, porque una fiesta más se acaba, pero quedan los momentos, y eso no hay memoria que lo olvide ni poeta que lo relate, mas valga mi retrato, el retrato de un payaso amable que aún suspira por los Carnavales de su pueblo…