Enrique Vazquez Oria

Agua para gatos..

Vuelta al tajo. Ya se me habían olvidado los madrugones y el pedaleo de primera hora, el vaho empañando los cristales de mis gafas mientras me salpica en el abrigo charcos que reflejan mi desgana y mi malhumor. Retorno al cacareo incesante de adolescentes que se afanan en puertas de instituto y coches que se agolpan en una feria de pitadas a destiempo y frenazos agresivos. Me cruzo en mi camino con rostros sin alma que deambulan como si habitaran en purgatorio fantasmal, olvidando risas y siestas de fin de semana. Se acaba, quieras o no, para que mueras poco a poco y tu desgana destroce tus mejores intenciones. La llevamos clara amigo, ésto es lo que nos queda hasta que las arrugas te inunden y el cuerpo diga basta. Una novela de terror en la que usted es protagonista y elige el pincel con que dibujar una existencia con visos de fracaso, aunque con la posibilidad, eso sí, de engañar trazos al destino y colorear algunas páginas con tonos pastel, pero sólo algunas, porque capítulos como éste, llamémosle Lunes, no lo hace agradable ni Dalí con paleta infinita y hasta arriba de psicotrópicos…