Enrique Vazquez Oria

Lo habrán escuchado seguro. Ocurrió en Madrid, el Viernes de madrugada, 3 porteros ciclados le dieron una paliza a un pijomentas borracho de 18 años al lado de una discoteca. El chaval llegó inerte al hospital y se procedió a la detención de los orangutanes de puerta a las pocas horas.
Porteros de Discoteca, vaya un trabajo. Ellos dirán lo de siempre, que si hay que aguantar a mucho tonto, que si la gente sabe mucho, que si la vida de noche es sacrificada… nada, minucias para el que sabe. Solo basta con decir «No entras» a cualquier pringao que no te guste la marca de camisa que gasta y listo. Van muy monos, eso sí, de traje fino y bufanda al cuello bien remangada, que para eso vivimos en un mundo de perchas. Mira, igualito que los políticos y directores de banco, pienso cada vez que frecuento algún local de moda, de traje por fuera y podridito de miseria por dentro, qué paradoja.
Y eso no lo es todo, están muy orgullosos de lo que son, de lo que representan y de lo que ganan, no sé, igual piensan que van a heredar el local…
En definitiva, estos matones venido a menos mataron el otro día a un chico. Que sí, seguro que era un pesado de tres al cuarto, pero al fin y al cabo un niño, empezando a vivir. Y eso que salga en la prensa, porque las palizas no venden periódicos.
Qué podemos esperar de una profesión en la que el coeficiente de inteligencia no pasa de la mínima exigida por la ONU para andar por la calle…Y ahora que salgan los «buenrollistas», que me digan que es que no todos son iguales y toda la pesca barata, pero si me tengo que jugar la vida para tomar una copa con mi pareja o mis amigos vengo, cada vez más, prefiriendo quedarme en mi propio local, mi casa, en el que el portero se llama Antonio, te da los buenos días, pregunta por la familia y hasta te baja la basura si le pillas de buenas…